El viejo sabio

Se agachó y descubrió que quien le hablaba era una ranita:
Soy una princesa hermosa, erótica, fogosa y sensual, diestra en todos los placeres del cuerpo y el amor.
La reina mala, envidiosa de mis encantos, me convirtió en rana, pero sí me das un beso volveré a ser bella.
Entonces te daré todos los goces y deleites que mi escultural cuerpo y mi sexualidad puede producir.
Sin decir nada, el viejito levanta la rana, se la echa al bolsillo y sigue su camino.
Desconcertada, la ranita asoma la cabeza y le pregunta:
"¿Qué?
¿No me vas a besar?...."
¡Por supuesto que no!", respondió el anciano...
"A mi edad es mucho más divertido tener una Rana que Habla, que una loca, maniática sexual, media putona y que encima se vaya a quedar con mi Pensión...!!"
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